diciembre 30, 2004

IMÁGENES DEL FIN DEL MUNDO

No son monstruos los que, aplacando la ira de algún dios, descienden sobre la faz de la dorada tierra. Tampoco son las pestes que minan los senderos de los bosques poblados de animales humanos. Ni siquiera son los ecos de las voces, cual fantasmales quejidos, retumban en el hueco de algún corazón perdido. Sólo son imágenes del fin del mundo.

Tales imágenes, por paradójico que sea, son apenas sueños desgastados de algún ser en la penumbra de alguna noche tempestuosa. Precisamente la tempestad hace que los sueños se vuelvan monstruosos, que las pestes acosen con su sombra el imaginario de la mente, y que tales sombras vibren como ecos. Lo que desconcierta es justamente eso, que a la vez de terribles, son inmaculadas: son sueños que parecen transcurrir sin la densidad de toda destrucción, sino en la paz de toda oscuridad. Por ello aparece el temor. Las imágenes parecen ser el medio.

diciembre 20, 2004

PAPÁ NOEL

El mito supone a un viejo gordo, bonachón, de barba blanca y de ropaje rojo. Vive en el Polo Norte, tiene una fábrica de juguetes y se pasa regalando los mismos en la Navidad.

El cuento ha sido asimilado a lo largo de las recientes generaciones en el siglo XX y el XXI gracias a la Coca-Cola. Puesto que este mito se ha vuelto fundamental en nuestras fiestas de la globalización, el viejito sigue perviviendo en las imágenes de todos los pueblos occidentalizados. Y como esa imagen se debe venerar, hoy la Navidad no es más que eso, el culto a Papá Noel.

En la religión del consumo, el Papá Noel es una coartada para adquirir y soñar que lo que se compra es un regalo. En el mundo light de la Navidad, el nuevo dios a adorar es ése. Su credo es la esperanza (aunque no se diga a qué).

En el mundo de los mitos creados por la industria cultural, luego de la Coca-Cola, Hollywood sigue produciendo imágenes que siguen sustentando al dios del consumo. Su última obra es "El expreso polar".