enero 17, 2005

IMÁGENES DIGITALES

Ha pasado el tiempo en que las imágenes eran producto de la habilidad manual del artista. Pintores, escultores, dibujantes, todos ellos eran maestros en tratar de lograr objetivar algún rasgo de lo natural, extrayéndole su esencia. Y no es para menos, Walter Benjamin, en su célebre "La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica" ya lo había analizado cuando decía que el cine, o la fotografía, por el hecho de desplazar la capacidad manual de la reproducción a la tecnicidad de las máquinas, el aura de las cosas se asimilaba a la factura de lo material y de lo mecánico. Nunca más se podría dar el acto creativo como en épocas pasadas, sino a condición de dominar las herramientas tecnológicas y, como tal, aprender a dominar a las mismas máquinas con las que efectivamente se podría realizar algo.

La digitalización es una consecuencia adicional del proceso de tecnologización del arte. No es el dibujo manual, sino ahora es el dibujo en pantalla, simulacro de dar forma a algo que aparentemente es. Las imágenes digitales no son tales, al contrario, un conjunto de coordenadas, o mejor dicho, una matriz de ecuaciones que aparentemente muestran formas, colores, densidades y que nos hacen creer que son efectivamente imágenes. Y ahí está su radicalidad, puesto que toda imagen es igualmente un simulacro de lo natural, una objetivación de algún rasgo, las imágenes digitales al ser fórmulas perfectas, lo que hacen es mostrar el otro lado del simulacro: que toda imagen, en esencia, es apenas una fantasmagoría. Y acá quizá Benjamín quede deslucido, sobre todo ante la evidencia de las imágenes digitales.