marzo 01, 2005

MUERTE EN VENECIA I

Me voy a referir a una película, "Muerte en Venecia", de Luchino Visconti, un film de 1971. ¿Qué es lo me importa en dicha película? Precisamente ese juego de espejos y de espejismos que tan magistralmente está figurado en la cinta basada en una obra homónima del Nobel Thomas Mann.

La primera idea que se me ocurre es la imagen de la máscara. Von Aschenbach, el personaje, llega a Venecia y se topa con un individuo, algo afeminado, viejo y repulsivo que se ríe. Está, evidentemente ante un payaso, ante una parodia, ante un imaginario fantasmático que se aparece "materializado" ante él. Este personaje payasesco se burla, dice cosas incoherentes, pero además le da la bienvenida al músico que se irá a recluir a un hotel en Venecia.

¿Pero será aquél, en efecto, un payaso y una parodia? Es decir, la imagen de algo burlesco. En primera instancia, parece que sí: se muestra como la burla de una sociedad, con la expresión ritualizada de algo que se parece a un oficial de bienvenida. Pero, contrariamente a ello, es también una máscara. Un rostro pintado, la expresión de un maquillaje, artificial, mimesco, burlón, apenas una conciencia.

Como máscara, evidentemente es una exterioridad. Y eso es justamente lo que hay allá en la escena del barco entre von Aschenbach y el personaje burlón: ambos están frente a frente, el uno mirando lo que el otro hace y dice. El plano es entero y hay insertos de planos medios. No hay nada más y en el ambiente la sonoridad de la llegada.

Entonces, von Aschenbach mira una máscara. Pero dicha máscara es la de sí. Como un reflejo, aún no consciente, no meditado. De hecho es un mirarse en un espejo: aunque uno se ve no se reconoce su propio envejecimiento y su propia parodia. Y he aquí la paradoja inicial, este encuentro, este juego de espejos, este espejismo que remite gracias a una exterioridad a uno mismo, en el fondo no es más que una imagen redoblada pero a la vez distante de lo que uno todavía no ha reconocido.

La imagen es un espejo paradójico.